OPINIONES DE UN MARXISTA SOBRE LA CULTURA INCA

miércoles, 25 de febrero de 20150 comentarios



OPINIONES DE UN MARXISTA SOBRE LA CULTURA INCA


Un paisano de Umbe,  don Uldarico Reyes Rondan, después de leer mi libro: “Atahualpa. Un vergonzoso sobrenombre del último Inca del Perú”, me presta para la lectura un libro muy curioso titulado: “Apuntes Marxistas sobre el Perú Incaico” de Gustavo Valcárcel. Un libro desconcertante, ambiguo y maquiavélicamente letal para la historia de los incas. En su prólogo el autor aclara: que se consuela, el saber que ello no ha sido preparado para historiadores o eruditos, sino para el pueblo en general y, de modo preferente, para la inquietud sin reposo de nuestras grandes masas estudiantiles. Pág. 6.

Leer un libro que abiertamente agravia la organización política, social y religiosa de la cultura inca, y que no está dirigida a historiadores ni eruditos sino al pueblo y a los estudiantes, parece una broma de muy buen gusto. Y para colmo de males, en nuestro país, ha sido re editado por CONCYTEC, bajo el título de “PERÚ. Mural de un Pueblo”.

Digo que es desconcertante, porque en sus primeros capítulos elogia a la cultura inca como no lo he leído en muchos libros de historia. Cita textos de cronistas, historiadores y estudiosos extranjeros rebuscados magistralmente. Habla del paisaje, de los primeros pobladores que migraron de Asia, del nombre del Perú, su origen y destino, del maíz definidor, de la primera división de clases sociales y del carácter progresista de las altas culturas peruanas. Habla de los aportes de la cultura inca a la cultura mundial, cómo el haber dado la papa y el maíz, plantas domesticas que cambiaron la alimentación mundial. Habla de la ganadería, de los caminos, los tejidos, las cerámicas, los aportes en medicina y cirugía, de las maravillas en orfebrería metálica. Habla de las soberbias construcciones arquitectónicas, citando textos que ponderan la ciencia admirable de los incas y la  perfección que no alcanzaron jamás los griegos, ni los romanos, ni los ingenieros de la Edad Media con respecto a los incas.

Se regodea hablando del Cusco, de Sacsayhuaman, de la administración inca, la forma primaria de la organización social: el ayllu. Pondera el idioma por excelencia que es el quechua. Hace un análisis sobre si tuvieron los antiguos peruanos escritura o no y da citas de varios cronistas religiosos como José de Acosta que en su libro Historia Natural y Moral de las Indias,  se maravilla de los quipus y expresa: “por donde puntualmente aprenden las palabras que quieren tomar de memoria... salen con su cuenta hecha puntualísimamente sin errar un tilde, y mucho mejor se saben de ellos poner en cuenta y razón de lo que cabe a cada uno de nosotros dárselo por pluma y tinta averiguado. Si esto no es ingenio y si estos hombres son bestias, júzguelo quien quisiere, que lo que juzgo de cierto es que en aquello que se aplican, nos hacen grandes ventajas”. Pág. 96.

Después de hablar maravillas de los incas, aparece el verdadero sentimiento marxista  del autor, que como todo revolucionario extremista dirá: Ser COMUNISTA es la asunción de una posición de clase firme cuya meta es luchar por acabar con el sistema de explotación del hombre por el hombre (capitalismo) e instaurar la sociedad justa y equilibrada (Comunismo Científico) donde, no exista ni opresores ni oprimidos, ni ricos ni pobres; donde el fruto del trabajo social y colectivo satisfagan las principales necesidades materiales y espirituales, y, donde el soñar, crear y amar sea la gran realización del género humano”.

 Seguirá argumentando: “los comunistas odiamos toda clase de opresión y explotación. Odiamos a los opresores y explotadores.  Los comunistas somos marxistas, porque analizamos la sociedad y sus contradicciones bajo las ideas de Marx, no por fanatismo religioso, sino porque encontramos en ellas la posibilidad de entender cómo cambiarla, identificando a nuestros aliados entre los desposeídos, privados de libertad y explotados, y reconociendo a nuestros adversarios en quienes usufructúan del trabajo de otros y destruyen el medio ambiente, por el afán de lucro que les permite el derecho a la propiedad, los medios de producción y los recursos naturales.

 No luchamos para mejorar este sistema, sino para destruirlo y reemplazarlo por otro al servicio de los oprimidos. Luchamos por destruir lo viejo e injusto y construir lo nuevo y justo. El medio para lograrlo es la lucha de clases del proletariado y la violencia revolucionaria. La lucha es, pues, enconada y sin tregua. En todos los terrenos y en todas las formas. La política comunista es ajena a toda forma de oportunismo o arribismo. 

Con estos postulados, para los Marxistas o comunistas, todos los sistemas de gobierno serán explotadores y por ello, los izquierdistas o comunistas, crearan conflictos en los lugares donde estén para destruir el capitalismo. A pesar de que el autor es de ésta tendencia política, argumenta que no es oportunista, aprovecha en sus páginas para calificar a los incas como una sociedad esclavista y feudal. Afirma: “Como premisa debemos dejar asentado que el gran terrateniente y ganadero del Tahuantinsuyo era el Inca… y los caciques eran tiranos como él”. Pág. 122-124. Sigue comentando: “Durante su etapa de mayor auge, en el Tahuantinsuyo se dieron fundamentalmente los modos esclavistas de producción correspondiente al despotismo oriental, basado éste en la explotación y desarrollo de la primitiva propiedad comunal”.

Bajo esta premisa, comienza una satanización de la organización inca con más diatribas que el invasor hispano. Califica a los incas de fieros guerreros, que iban de pueblo en pueblo esclavizando a la gente para volverlos yanaconas, los colmaban de tributos y los explotaban haciendo trabajar en los profundos socavones de las minas. Afirma que los incas, eran unos sacrificadores de humanos y que los pobres mitimaes, vivían en esclavitud perpetua como colonizadores. Afirma que en la sociedad inca, la ley, únicamente defendía a los poderosos. Cita a  Federico Engels, para sostener que los pueblos de América y “los peruanos de la época de la conquista, hallabanse en estadio medio de la barbarie”. Pág. 291.

Concluye en sus páginas finales afirmando: “Ha llegado la hora de sumar a los pueblos del incario la grandeza histórica que habrá de ser restada de la patrística incaica. Porque, a fin de cuentas, estamos ciertos de que el Tahuantinsuyo, sobre un montón de huesos y de sangre, desempeño un papel progresista en el marco de su época histórica y de su formación social especifica. Cuando vino un puñado de conquistadores, pertenecientes a una formación superior –el feudalismo en plenitud- los Incas todopoderosos resultaron ineptos para contener la ultrajante y diminuta invasión extranjera. Hacemos, pues, un flaco servicio al pueblo peruano tanto si a fardo cerrado denostamos al incanato cuanto si lo adornamos con flores de artificio o superficial maquillaje, que no resiste el menor tanteo indagatorio. Hay que hablar con verdad y claridad: la clase de los Incas fue cruel y rapaz, inmisericorde con la explotación, afortunada en la guerra, sagaz en la mecánica administrativa. La explotación de la cohorte de los orejones llevó a las masas populares del Perú antiguo a linde de la esclavitud. Desechar esta verdad cristalina es como negar la existencia del Sol porque se ha producido un eclipse fugaz”. Pág. 299.

Finaliza sus diatribas alabando la aguda inteligencia del pérfido mestizo, José de la Riva Agüero y Osma, quien con su legua bífida, anota en su libro Afirmaciones del Perú. Pág. 126, lo siguiente: “Las innumerables analogías y otras muchas que podrían descubrirse patentizan que el imperio de los Incas no fue la extraordinaria y excepcional maravilla que imaginan y proclaman escritores distraídos y mal informados”.

¿Por qué este autor escribe esta aseveración ambigua y mal intencionada? Porque el Comunismo resulta sublime en la teoría, pero en la práctica, ha resultado un rotundo fracaso en todos los países que lo aplicaron. El comunismo, no ha solucionado los problemas de la humanidad, muy por el contrario los ha agravado. En su impotencia, todos sus seguidores cual resentidos sociales, despotrican de todo lo que no comulgue con sus ideales, aparentan buscar la justicia, la verdad y el servicio desinteresado, ideal que nunca lo practican un vez consolidado en el poder, si no, que hable Rusia de su experiencia.

A pesar de que el autor refrenda su libro con una amplia bibliografía de cronistas e historiadores antiguos, se ve que no ha revisado los trabajos de autores modernos como Max Hule, John Rowe, Gary Hurton, John Hyslop, William Burst, John Murra, Franklin Pease, Carlos Manuel Cox, Wendell Bennett, Junius Bird, Peter Kaulicke, Krzysztof Makowski, y otros extranjeros que han dado nuevas luces sobre la cultura Inca desde un punto de vista arqueológico, etnológico y sociológico.

 Excluye de su bibliografía a Gonzalo Fernández de Oviedo, Francisco López de Gomara y Bartolomé de la Casas por considerarlo plagiadores y sus autores preferidos son; Juan Polo de Ondegardo y Pedro Sarmiento de Gamboa, enemigos declarados de los inca y personas de la más baja calidad moral. Usa los textos de Garcilaso de la Vega y Huamán Poma de Ayala, indios comodines que en vez de reivindicar su raza lo despotrican impunemente.

La cultura inca no es como lo pinta el Sr. Gustavo Valcárcel. La cultura inca, es una cultura que no ha podido ser estudiada hasta el día de hoy en forma concienzuda y veraz. Nuestra cultura es única y singular en la Historia Universal. Tuvo su propio idioma, su propia religión y un desarrollo cultural que eliminó la pobreza, el hambre y la miseria en su gente, como no lo hizo ninguna otra cultura en este mundo. ¿Cómo lo lograron?  Con organización, con conocimiento, con paciencia  y mucho amor al prójimo. El Inca y su cúpula eran eminentemente estatistas y paternalistas; el estatismo o intervencionismo del gobierno se empeñaba en mantener un atento interés por el bienestar de su gente. La demanda de bienes de consumo normal o extraordinario, venía a ser cuidadosamente regulada por el Estado.

Preguntémonos: ¿Que necesita el ser humano para subsistir en este mundo? La respuesta es obvia. Alimentación, vivienda y vestimenta.  Para cumplir con estas necesidades, el estado inca, proveía a cada familia un tupu y medio de terreno para que siembren y construyan su vivienda. Faltaría la semilla. El estado inca le proveía de dichas semillas. ¿Qué tenía que devolver como interés o impuesto por la semilla recibida? No se devolvía como tributo su cosecha  Se devolvía en retribución: ¡su mano de obra! El beneficiario devolvía su trabajo, junto con otros acreedores, sembrando los terrenos del Sol y del Inca, cuya cosecha servía para mantener en todo el reino a los sacerdotes, ministros y soldados.  El excedente se guardaba en las colcas o depósitos, para un uso de extrema necesidad que se presentase en el imperio como: sequia, desastres naturales, perdida por heladas, etc... Del mismo modo daban lana de dos a dos años a todos los vasallos y a los curacas en general, para que hiciesen de vestir para sí y para sus mujeres e hijos. ¿De dónde salía esa lana? Del ganado del estado. En las tierras calientes daban algodón de las rentas reales, para que los indios hiciesen de vestir para sí y para toda su casa.  Las transacciones que la vida diaria imponía en el mundo incaico o las diferencias climáticas creadas por lo accidentado del  territorio, se reajustaban por medio del trueque en las ferias o mercados llamado Catú. Los incas no sabían que cosa era la necesidad extrema.

 Con estas previsiones, los incas no necesitaron la moneda. No supieron arrendar, ni comparar, ni vender. Es más, todos los trabajos se hacían en comunidad  o fraternidad, ayudándose unos a otros. Había una previsión social donde los enfermos, discapacitados o ancianos que no podían trabajar; la comunidad sembraba y cosechaban sus terrenos para que puedan alimentarse. Las obras públicas como caminos, puentes, irrigaciones se trabajaban todos por igual y por turnos. ¡El ocioso no se alimentaba sino trabajaba! ¿Cómo definiríamos la economía de los incas? Si atendemos principalmente a los elementos simples que lo integraban; producción y consumo de bienes y escaso tráfico interno y externo, sería una economía de equilibrio, con una planificación perfecta que no la tuvo ningún otro pueblo.

Sin embargo, este tipo de personas (marxistas), hacen aparecer a los Incas como una masa de indios ignorantes, sanguinarios, despóticos, fieros esclavistas  e incapaces, sin historia y sin cultura.

Para colmo de males, los arqueólogos occidentales y los arqueólogos peruanos, en su estudio de los incas y los pre incas, inciden mayormente en las formas domesticas de la vida, olvidando las formas de pensamiento que constituyen la esencia y el origen de una cultura. Hacen aparecer a los incas como brutos agricultores, esclavistas y guerreros  sanguinarios. Pero existen evidencias de estudiosos, que manifiestan que los incas no fueron netamente militares. El vocablo quechua “aucca” que significa “soldado”, también quiere decir “enemigo”, la palabra “Cinche” significa fuerte, valiente, recio y no el de general como lo afirman algunos historiadores despistados. Aparentemente cultivar la tierra, era lo único que estimaban los incas como trabajo y ellos llevaron a un extremo muy superlativo, el arte de la agricultura antes que la guerra.

Preguntémonos: ¿Fueron los incas Comunistas o Socialistas? La respuesta es que no fueron ni lo uno, ni lo otro. ¿Por qué? Porque el Comunismo y el Socialismo son formas de gobierno que surgieron en el siglo XVIII y XIX con las ideas de Karl Marx y Federico Engels, en respuesta a la Revolución Industrial que con todas sus injusticias impulsaba el Capitalismo. En la época precolombina no existió esta forma de gobierno. Por lo tanto: los incas, no fueron ni comunistas ni Socialistas.

Es cierto que Marx, en su libro El Capital, lo sitúa como un comunismo primitivo y Engels anota que los incas estaban en una etapa de barbarie. Estos prejuicios, fueron bosquejados para encuadrarlos en las teorías de la evolución humana y uno de los impulsores de este principio, fue el tratadista soviético Nicolás Bujarin, quien sostiene en su conocida obra titulada Materialismo Histórico, que las civilizaciones antiguas del Perú y México eran monarquías feudales o semifeudales, tesis que se ha repetido y repetido por historiadores y seguidores despistado tanto en América como en Europa.

Los incas no fueron barbaros  ni rudos. No fueron hombres sin ley, ni norma moral. Ellos estaban organizados en Estados solidos aunque distinto a los europeos y tenían una estructura social y económica singular, muy superior al denominado comunismo primitivo. La forma de gobierno de los incas no ha sido cabalmente estudiada, ni por los invasores, ni por sus propios hijos que dicen amarla. La comunidad o ayllu incaico no puede incluirse en ninguna de las clasificaciones sociales planteadas por la ciencia europea. En el incario, el plan económico, impedía el surgimiento de una clase privilegiada, que fuera propietaria del suelo. También impedía, el sometimiento al vasallaje de la masa de la población campesina, que es lo típico del feudalismo euroasiático y africano, con lo cual, no podemos calificar a los Incas de feudales.

La investigación de nuestro pasado y de las ideas de estos hombres que representan una época de nuestra historia antigua, tiene la importancia de revalorar nuestra cultura propia y apreciarla en su verdadera dimensión. No solo a los hombres que forjaron nuestra  etnia, sino al medio geográfico en que se desarrolló. Este libro de Valcárcel  y todo  tipo de investigación superficial sobre los incas, ya sea en su versión marxistas-leninistas o judeo- cristiana, lo que buscan es la alabanza del invasor hispano. Ellos nos trataban de idólatras y paganos ¡solo porque no tuvimos su religión! Nos tratan de ignorantes y salvajes ¡solo porque no tuvimos su escritura! Los españoles usaron estos adjetivos y estas mentiras solo para justificar su invasión. Los autores hispanistas a pesar de ser peruanos, buscan que nos hinquemos de rodillas ante los ibéricos para alabar la fe, la salvación y la civilización que dicen que nos trajeron. España solamente trajo sufrimiento a nuestro pueblo. España solo trajo, la peor escoria de su cultura y lo más negativo de su civilización, que corrompió nuestra sociedad. España tuvo además, el descaro de usufructuar nuestro territorio por más de trecientos cincuenta años y todo quedo en la impunidad.

¿Por qué escribo este artículo? ¿Por qué le tengo odio o repulsión a los Marxistas y Socialistas? ¡No! Me causa indignación que un peruano con cualquier tinte político; difame, injurie, ultraje a la cultura inca sin un fundamento sólido de investigación. En la época actual, todos defienden los derechos de delincuentes, políticos y asesinos, pero a nuestros ancestros los incas: ¿Quién lo defiende? ¡Nadie! Los incas pasan atreves de nuestra historia: desacreditada, difamada, pisoteada y calumniada por su verdugo el invasor y por sus propios hijos. Esa actitud es injusta y no puedo quedarme callado. Cuando no defendemos los derechos de nuestros ancestros los Incas, perdemos  identidad y  dignidad. La identidad y la dignidad no se negocian, no se venden y tampoco se compran.  

Sin historia no hay patria. Sin patria no hay identidad, ni dignidad. Sin identidad y sin dignidad,  somos unos parias, resentidos sociales que envidiamos y nos apoderamos de la cultura ajena. Solo la reivindicación, el reconocimiento y la defensa de nuestra historia pasada, harán posible que tengamos una Identidad Cultural Nacional propia. Debemos de desechar este tipo de libros y otros de alabanza hispanista que despotrican de nuestra cultura. Solo un sentimiento indigenista, hará posible que construyamos una Patria más justa y agradecida con nuestros Incas, quienes nos legaron este inmenso  territorio que hoy llamamos PERÚ y somos herederos de una maravillosa cultura llamada Los INCAS, del cual ¡yo! sí me siento extremadamente orgulloso.  

   

                                                       www. Alejandro La Torre. org 

    
Comparte este artículo :
 
Support : PRONTO | PRONTO | PRONTO | PRONTO | PRONTO
Copyright © 2013. WWW.ALEJANDROLATORRE.ORG - Alejandro La Torre - Dalvy - All Rights Reserved
Template Created by T.E.C Peru Host
powered by Dalvy